Por
Fernando Ángel Fernández-Álvarez
El calamar de Humboldt es una especie que despierta gran expectación entre el público, así como un elevado interés comercial. Ambas cosas están relacionadas con el tamaño, la elevada tasa de crecimiento y la extrema voracidad de esta especie, que le permiten pasar de los escasos milímetros cuando nacen hasta más de dos metros de longitud total en menos de dos años de vida. Sin embargo, esta especie tiene numerosas características sorprendentes de su ciclo de vida que mucha gente no conoce: como que durante sus primeros días ni siquiera es un voraz depredador o que pueden modular su longevidad y su tamaño en función de las condiciones ecológicas. Este trabajo está basado en tres entregas, en las que podrás ir descubriendo las singulares características que hacen al calamar de Humboldt uno de los cefalópodos más estudiados. Puedes leer la primera parte aquí.
Ryan Institute y School of Natural Sciences, National
University of Ireland Galway, Irlanda.
“Soy un zoólogo especializado
en el estudio de cefalópodos, actualmente centrado en el estudio de la
filogenia y filogeografía de calamares oceánicos gracias al soporte del Irish
Research Council (G OIPD/2019/460). Combino mis actividades
investigadoras con mi pasión: darle la turra a todo el mundo con calamares,
gusanejos, cangrejos, gatitos… Puedes leer sobre cefalópodos y otros
invertebrados en mi cuenta de Twitter, @cefafalopodo.”El calamar de Humboldt es una especie que despierta gran expectación entre el público, así como un elevado interés comercial. Ambas cosas están relacionadas con el tamaño, la elevada tasa de crecimiento y la extrema voracidad de esta especie, que le permiten pasar de los escasos milímetros cuando nacen hasta más de dos metros de longitud total en menos de dos años de vida. Sin embargo, esta especie tiene numerosas características sorprendentes de su ciclo de vida que mucha gente no conoce: como que durante sus primeros días ni siquiera es un voraz depredador o que pueden modular su longevidad y su tamaño en función de las condiciones ecológicas. Este trabajo está basado en tres entregas, en las que podrás ir descubriendo las singulares características que hacen al calamar de Humboldt uno de los cefalópodos más estudiados. Puedes leer la primera parte aquí.
Las características biológicas del calamar de Humboldt le convierten una especie de gran interés tanto económico como científico. Tanto es así, que se considera a esta especie como el calamar más estudiado del siglo XX.
Como ya se ha explicado en anteriores entregas, este calamar, y al igual que el resto de los calamares ommastréfidos, presenta un ciclo de vida monocíclico corto, produce grandes masas de huevos diminutos de los cuáles emergen pequeñas paralarvas plantónicas detritívoras con altas tasas de mortalidad y de dispersión, y una mortalidad total de los adultos tras el ciclo de vida anual de la especie. Por tanto, y a diferencia con lo que ocurre con las poblaciones de la mayoría de los peces, el 100 % de la población es sustituida por una nueva. Esto produce importantes consecuencias ecológicas y sobre el desarrollo de las pesquerías de cefalópodos (Jereb & Roper, 2010). Por un lado, progenitores y descendientes no llegan a solaparse nunca ni a competir por los recursos disponibles; pero por otro lado, un fallo en el reclutamiento de la siguiente generación podría tener consecuencias desastrosas para la especie y aquellos que dependen de ella. Por ejemplo, imaginemos un año en el que la temperatura del agua es inapropiada en el rango batimétrico en el que las paralarvas se desarrollan durante la época de reproducción en un área determinada: podría resultar en la muerte de casi todas las paralarvas de la especie ese año y conducir a su extinción local.
La asombrosa capacidad que tiene el calamar de Humboldt para modular su longevidad y tamaño (Hoving et al., 2013, 2019; Arkhipkin et al., 2015b), así como fecundidad (Birk et al., 2017), en respuesta frente a variaciones ambientales adversas, les convierte en un grupo muy exitoso de predadores marinos oportunistas, capaces de amoldar su ciclo de vida a los cambios que sufre el ecosistema, como la disponibilidad de presas con diferentes contenidos energéticos (Portner et al., 2019). Probablemente, ésta es la causa del éxito ecológico de estos animales, dando lugar a recursos pesqueros con una vasta distribución espacial y una masiva biomasa (Arkhipkin et al., 2015a). Sin embargo, esta capacidad tan singular de adaptar su ciclo de vida casi a cualquier circunstancia es a la vez una bendición y una maldición para los pescadores, como veremos más adelante.
Como ya se ha explicado en anteriores entregas, este calamar, y al igual que el resto de los calamares ommastréfidos, presenta un ciclo de vida monocíclico corto, produce grandes masas de huevos diminutos de los cuáles emergen pequeñas paralarvas plantónicas detritívoras con altas tasas de mortalidad y de dispersión, y una mortalidad total de los adultos tras el ciclo de vida anual de la especie. Por tanto, y a diferencia con lo que ocurre con las poblaciones de la mayoría de los peces, el 100 % de la población es sustituida por una nueva. Esto produce importantes consecuencias ecológicas y sobre el desarrollo de las pesquerías de cefalópodos (Jereb & Roper, 2010). Por un lado, progenitores y descendientes no llegan a solaparse nunca ni a competir por los recursos disponibles; pero por otro lado, un fallo en el reclutamiento de la siguiente generación podría tener consecuencias desastrosas para la especie y aquellos que dependen de ella. Por ejemplo, imaginemos un año en el que la temperatura del agua es inapropiada en el rango batimétrico en el que las paralarvas se desarrollan durante la época de reproducción en un área determinada: podría resultar en la muerte de casi todas las paralarvas de la especie ese año y conducir a su extinción local.
La asombrosa capacidad que tiene el calamar de Humboldt para modular su longevidad y tamaño (Hoving et al., 2013, 2019; Arkhipkin et al., 2015b), así como fecundidad (Birk et al., 2017), en respuesta frente a variaciones ambientales adversas, les convierte en un grupo muy exitoso de predadores marinos oportunistas, capaces de amoldar su ciclo de vida a los cambios que sufre el ecosistema, como la disponibilidad de presas con diferentes contenidos energéticos (Portner et al., 2019). Probablemente, ésta es la causa del éxito ecológico de estos animales, dando lugar a recursos pesqueros con una vasta distribución espacial y una masiva biomasa (Arkhipkin et al., 2015a). Sin embargo, esta capacidad tan singular de adaptar su ciclo de vida casi a cualquier circunstancia es a la vez una bendición y una maldición para los pescadores, como veremos más adelante.