Los asuntos del querer
que a nosotros, los humanos, tantas dichas y desdichas nos proporcionan, no
distan mucho del comportamiento que exhiben las moléculas presentes en las
células que nos componen. En efecto, las proteínas -ladrillos estructurales de
dichas células- y el ADN -sólido guardián de nuestras instrucciones de
fabricación, la información genética- pueden sentirse atraídos unos por otros,
enlazarse, separarse, volverse a enlazar... ¡Y todo esto con multitud de configuraciones
posibles!
Por ejemplo, en el
momento de la meiosis -no os asustéis, no es el nombre de ninguna perversión,
si no el fenómeno que baraja nuestros cromosomas para que funcione la lotería
genética- los cromosomas se "ponen la pierna encima", sobrecruzándose
e intercambiando material entre ellos. Es lo que se conoce como
"quiasma" y tiene lugar entre cromosomas semejantes, con el
consentimiento de ambos...
El quiasma, o "cruce de piernas"... Vía Wikipedia. Algunos derechos reservados (CC). |
Sin embargo, cuando una
célula no está dividiéndose, si no haciendo sus cosas y funcionando a pleno
gas, una serie de proteínas se pueden colar por los intersticios que el ADN
para leer la información allí contenida y hacer que la factoría celular siga en
marcha. Este ADN, caprichoso, expone sólo algunas de sus regiones, volviéndose éstas
más accesibles -y apetecibles- para que las proteínas "caracoleen" por
allí y hagan con él lo que quieran... Dichas proteínas se conocen como factoresde transcripción, y son las que toman la iniciativa para que el ADN se
transcriba en ARN que a su vez será traducido a más proteínas. A grandes
rasgos, en esta orgía molecular cada participante le da lo suyo a los demás
para que siga la fiesta.
Factores de transcripción, por Kelvinsong, vía Wikimedia. Algunos derechos reservados (CC). |
Luego, existen regiones
de las células que son más exclusivas, en el sentido en que sólo tienen acceso
a ellas ciertas proteínas "que están en lista". Esto quiere decir que
éstas llevan una señal a modo de invitación VIP para que puedan interaccionar a
gusto en un compartimento especial, al margen de encuentros indeseados. Es lo
que se conoce como "sorting", que tampoco es ninguna práctica oscura,
aunque todo se andará...
Finalmente, quiero subrayar
el hecho de que, tanto a escala celular como humana, este baile de interacciones
es efímero a la par que constante. Así que disfrutad de cada encuentro como si
fuera el último. Y sobre todo, no os pongáis excesivamente tristes si el amor
os da la espalda, pues ahora sabéis que en vuestro interior molecular, el baile
continúa.
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