Por
Fernando Ángel Fernández-Álvarez (1), Elisabeth
Cuesta-Torralvo (1), Laura Roig (1),
Georgina Valls (1), Catarina P.P. Martins (1),
Jose V. Mirabel (1), Daniel Quintana (2),
Pilar Sánchez (1), Erica A.G. Vidal (1, 3)
y Roger Villanueva (1)
"Los
cefalópodos (nautilos, calamares, sepias y pulpos) es un grupo de animales con
una biología reproductiva dispar: desde animales longevos que realizan varias
puestas hasta otros que se reproducen unas pocas veces al final de su fugaz
vida. La mayoría de los cefalópodos actuales son representantes de este segundo
grupo. Algunos cefalópodos colocan sus huevos en lugares relativamente
accesibles para los investigadores, sin embargo, los calamares oceánicos
realizan puestas en mar abierto, por lo que estudiar su desarrollo es realmente
difícil. Una alternativa al estudio de puestas salvajes es realizar
fertilizaciones in vitro y estudiar su descendencia en condiciones controladas
de laboratorio."
(1) Institut de Ciències del Mar (CSIC), Passeig Marítim 37-49, 08003
Barcelona, España.
(2) Centro de Prospectiva Estratégica, Instituto de Altos Estudios
Nacionales (IAEN), Av. Amazonas N37-217 y Villalengua, Quito, Ecuador.
(3) Centro de Estudos do Mar, Universidade Federal do Paraná (UFPR), Cx.
Postal 61, Pontal do Paraná, PR. 83.255-697, Brasil.
“Los investigadores que firman este artículo pertenecen o han pertenecido
en el pasado cercano al grupo de investigación CALOCEAN, en el Institut
de Ciències del Mar de Barcelona. Les une su pasión por desentrañar los
secretos que esconden las primeras fases del desarrollo de los cefalópodos, en
especial de la familia de los ommastréfidos.”
Los
cefalópodos son el grupo de invertebrados marinos que comprende los pulpos,
calamares, sepias y nautiloideos. Las formas vivientes actuales son el legado
de la enorme biodiversidad de cefalópodos que dominaron los mares del mundo en
épocas pasadas, como los ammonoideos y los belemnoideos. Este grupo de animales
se ubica en el Filum de los moluscos, un diverso grupo de organismos que
comprende desde las almejas y ostras hasta algunas especies que han colonizado
tierra firme, como el caso de los caracoles terrestres. Los cefalópodos
presentan una gran diversidad de morfologías y cabe destacar que son los
invertebrados que mayor talla pueden llegar a alcanzar, hasta los más de 15
metros de longitud total (incluyendo los tentáculos) del calamar gigante (Architeuthis
dux, Figura 1). Con algunas excepciones, como el calamar vampiro (Vampyroteuthis
infernalis), los cefalópodos son activos depredadores, lo cual
implica que comprender su biología y cómo interaccionan con otros seres es de
vital importancia para el correcto conocimiento del medio marino.
Además de su
importancia ecológica, este grupo de organismos ha suscitado desde la
antigüedad todo tipo de intereses. Referencias a grandes cefalópodos forman
parte del folclore de numerosos pueblos, como las vívidas descripciones del
comportamiento de un pulpo desalojado de su guarida en la Ilíada o las leyendas
del monstruoso Kraken de la mitología escandinava. Este interés no se debe sólo
a su singular morfología, sino que muchas especies presentan un elevado interés
comercial que genera una intensa actividad investigadora en torno a su
explotación pesquera (FAO, 2014) y, en el caso de algunas especies, por sus
posibilidades en acuicultura (Iglesias et al., 2014; Vidal et al., 2014). La
reducción de las capturas pesqueras experimentada en muchas especies marinas
(principalmente peces) ha conducido a incrementar el esfuerzo sobre otros
recursos pesqueros, especialmente invertebrados. El interés por los cefalópodos
no sólo deriva de sus propiedades gastronómicas y su elevado valor comercial.
Ciertas características fisiológicas y anatómicas, como las neuronas con axones
gigantes de los calamares, su sistema nervioso centralizado y sus capacidades
de aprendizaje, han proporcionado a estos organismos interés en el terreno de
la biomedicina, razón por la cual llevan investigándose en esta disciplina
desde hace más de 100 años (Fiorito et al., 2014).
Todos los
cefalópodos actuales pertenecen al mismo grupo (los Coleoideos), a excepción de
Nautilus (Figura 2), cuyo origen se remonta a épocas pretéritas y constituye
una reliquia viviente de un grupo mucho más diverso en el pasado. En la tabla 1
se detalla la clasificación actual de este grupo de organismos.
Tabla 1. Resumen de los principales grupos de cefalópodos actuales
Cefalópodos
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Nautilos
(Fig. 2)
|
Son
considerados fósiles vivientes. Son los únicos cefalópodos actuales con
concha externa. De sus huevos emergen juveniles parecidos a los adultos.
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Coleoideos
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Decapodiformes (8 brazos y 2 tentáculos)
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Sepias (Fig. 3B)
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Presentan
una concha calcárea interna bien desarrollada (sepión o jibión) con la que
regulan su flotabilidad. Vinculados al fondo de ecosistemas costeros; de sus
huevos emergen juveniles parecidos a los adultos.
|
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Calamares
Forma
fusiforme y concha interna en forma de pluma
|
Calamares costeros
(miópsidos) (Fig. 3C)
|
Asociados
a la plataforma costera, presentando
aletas alargadas en sentido longitudinal. De sus huevos emergen
paralarvas planctónicas que se alimentan de componentes del plancton.
|
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Calamares oceánicos
(oegópsidos)
(Figs. 3D)
|
Viven
en la columna de agua, tienen las aletas cortas en el sentido longitudinal.
Presentan una gran diversidad de paralarvas con distintas morfologías y
tamaños. Los ommastréfidos (la familia principalmente estudiada por el grupo
CALOCEAN) presentan una paralarva especial conocida como paralarva rhynchoteuthion.
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Otros grupos menores
|
Como
sepiólidos y espirúlidos, en la mayor parte de los casos sin valor comercial
y con escaso conocimiento de su ecología.
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Octopodiformes (8 brazos)
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Pulpos (Fig. 3A)
|
Concha
interna reducida (en las especies costeras similar a dos palillos
translúcidos). Son animales bentónicos en su mayor parte; unas especies
tienen paralarvas planctónicas, y otras presentan formas juveniles bentónicas
muy parecidas al adulto.
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Calamares vampiro
|
Actualmente
incluyen una única especie, habitan aguas profundas y se alimentan de restos
de otros organismos.
|
Los
cefalópodos actuales presentan dos tipos de estrategias vitales claramente
diferenciadas. Por un lado, los nautilos (representados únicamente por dos
géneros) son los únicos cefalópodos vivientes que poseen una concha externa,
pueden llegar a vivir hasta 20 años, reproduciéndose una vez al año y
regenerando sus gónadas hasta el próximo ciclo reproductor (organismos
iteróparos). Por otro lado, el resto de los cefalópodos (los coleoideos),
tienen un único periodo de madurez sexual (organismos semélparos) que puede ser
más o menos extenso y, con la excepción de las especies abisales y de aguas
frías, presentan un crecimiento relativamente rápido completando su ciclo vital
en menos de 2 años. A pesar del enorme interés evolutivo, biológico y económico
de la reproducción de los cefalópodos, el conocimiento actual sobre este tema
se basa en gran medida sobre un pequeño número de especies-modelo relativamente
bien estudiadas, como la sepia europea (Sepia officinalis), el calamar
común europeo (Loligo vulgaris), el calamar de aleta ancha del
Indopacífico (Sepioteuthis lessoniana), el calamar gigante del Pacífico
(Dosidicus gigas), el pulpo común (Octopus vulgaris) y el pulpo
mexicano (Octopus maya).
Todos los
cefalópodos son dioicos (con sexos separados) y presentan dimorfismo sexual. En
muchas especies el macho presenta un (en ocasiones, dos) brazo modificado
denominado hectocotilo (Figura 4), que es utilizado para la transferencia de
paquetes espermáticos a la hembra (espermatóforos, Figura 5) y/o para la
eliminación del esperma que otro macho instaló ya en los tejidos de ésta. Los
espermatozoides se generan en el testículo (Figura. 6) y se empaquetan en
espermatóforos. Algunas especies, como el calamar gigante, presentan un largo
órgano terminal por el que se expulsan los espermatóforos y que cumple la
función de pene. Tras la cópula, cuando los espermatóforos están alojados en el
cuerpo de la hembra reciben el nombre de espermatangios. Por su parte, las
hembras generan los oocitos en el ovario (Figura 6), que posteriormente serán
liberados atravesando los oviductos y glándulas oviductales. Estas glándulas
segregan moléculas responsables de la expansión del corion, la membrana que
envuelve el huevo. Sepias y calamares también poseen glándulas nidamentarias,
las responsables de configurar diversas capas como cápsulas y masas
mucilaginosas que envolverán y protegerán los huevos tras el desove. Sin
embargo, estas glándulas están ausentes en Octópodos (pulpos y afines, Figura
3A), grupo en el que mayoritariamente las hembras incuban los huevos,
ventilándolos y protegiéndolos de posibles predadores, por lo que sus huevos carecen
de las referidas cápsulas o masas mucilaginosas. Únicamente en algunas especies
de pulpos abisales los huevos están recubiertos por una cápsula, no siendo
incubados por la hembra.
Los
calamares costeros (Loligínidos, Figura 3C) desovan masas de huevos con
forma de racimos digitiformes de 10 a 15 cm de longitud que son depositadas
sobre estructuras rígidas del fondo (algas, gorgonias, estructuras de origen
humano) y abandonadas a su suerte. En cambio, los calamares oceánicos (Figura
3D) generalmente presentan un tipo de reproducción diferente al de los grupos
anteriormente descritos: las hembras generan grandes masas gelatinosas y
translúcidas en las que los huevos son envueltos. Dichas masas de huevos pueden
tener forma cilíndrica u ovoide de 1 a 2 metros de diámetro. Se cree que las
masas de huevos de calamares oceánicos flotan entre masas de agua con
diferentes densidades hasta la eclosión de las paralarvas, que es como se
denominan a los calamares recién nacidos. A día de hoy se conocen pocas especies
de calamares oceánicos que cuiden de sus masas de huevos (Seibel et al. 2005,
Bush et al. 2012).
De los
huevos de cefalópodos emerge un recién nacido con un mayor o menor tamaño y
grado de desarrollo, tamaño que determinará su forma de vida en sus primeras
etapas. En nautilos, sepias y algunas especies de pulpos, el recién nacido es
prácticamente como un adulto en miniatura y vive sobre el fondo (a excepción de
Nautilus), pero que debe crecer y madurar sexualmente. En calamares y en
aproximadamente la mitad de las especies de pulpos, los recién nacidos son de
muy pequeño tamaño, casi transparentes y viven formando parte del plancton.
Debido a que no presentan un gran proceso de reestructuración morfológica,
estas fases “larvarias” son denominadas paralarvas. Habitualmente, las
paralarvas viven en la columna de agua alimentándose durante un tiempo variable
de distintos organismos planctónicos. A excepción de algunos casos muy
concretos, como en algunos pulpos (Villanueva y Norman, 2008), todas las
paralarvas de cefalópodos presentan el mismo denominador común: un escaso
conocimiento sobre la biología, morfología y ecología de las mismas. En el caso
de las paralarvas de los calamares oceánicos denominados vulgarmente como
“potas” (familia Ommastrephidae), los tentáculos aparecen fusionados al nacer,
en un aparato denominado probóscide, de función desconocida, recibiendo por
ello estos recién nacidos el nombre de paralarvas rhynchoteuthion
(Figura 7).
No todas las
puestas de cefalópodos son igual de accesibles para los investigadores, dado
que muchas especies las realizan a grandes profundidades o en la columna de
agua. En el caso de los calamares oceánicos de la familia Ommastrephidae, la
detección de puestas en el océano es muy difícil. Las campañas oceanográficas
recolectan larvas salvajes, que ofrecen interesante información sobre su
distribución, abundancia y morfología, pero el estudio en condiciones
controladas de laboratorio de su biología y comportamiento requiere
la obtención de puestas en cautividad o el uso de técnicas de fecundación in
vitro. El primero de los métodos presenta la dificultad de mantener
en condiciones óptimas los ejemplares adultos. Pese a no estar exenta de
dificultades técnicas, la fertilización in vitro es la técnica más
accesible en la actualidad para avanzar en el conocimiento de los embriones y
paralarvas de los calamares oceánicos. Hasta ahora, se han realizado
fertilizaciones in vitro de 2 especies de calamares costeros y 12
especies de calamares oceánicos (Villanueva et al., 2012), generando
interesante conocimiento sobre las características del periodo embrionario y
larvario.
Para llevar
a cabo esta técnica se utilizan ejemplares sexualmente maduros recién
fallecidos y recolectados a partir de buques de pesca (Figura 8A). La disección
de las hembras maduras (Figura 8B) permite recolectar sus oocitos (Figura 8C) y
sumergirlos en el interior de una placa Petri con esperma proveniente de machos
(Figura 8E). No basta con mezclar los huevos y esperma, sino que es necesario añadir
extracto de glándula oviductal (Figura 8F) de hembras maduras para que el huevo
se desarrolle correctamente con la adecuada expansión del corion (la
membrana que envuelve el huevo). Los huevos se incuban en agua de mar en rangos
de temperaturas similares a las que se encuentran en su medio natural. La
duración del desarrollo embrionario es variable y depende fundamentalmente de
la temperatura de incubación (Figura 9). En el caso de las potas (calamares
ommastréfidos) se diferencian 30 estadios de desarrollo del huevo, emergiendo
una diminuta paralarva de 2 mm de longitud total, con los tentáculos fusionados
en una probóscide. Durante los primeros días de vida se nutren de las
reservas de vitelo, pero tras agotarlas se alimentarán exclusivamente de sus
capturas. A día de hoy, la dieta de las paralarvas recién nacidas de estos
calamares sigue siendo un misterio.
A pesar del
conocimiento existente sobre la ecología de juveniles, subadultos y adultos de
calamares oceánicos, lo que se sabe sobre sus huevos y paralarvas es muy
limitado, no conociéndose prácticamente nada de la mayoría de las 226 especies
descritas hasta la actualidad. Los calamares ommastréfidos representan el
mayor volumen de capturas mundiales de cefalópodos, llegando a representar casi
la mitad de la pesquería (FAO, 2014). Sin embargo, aspectos tan básicos para
entender su ecología y las interacciones con otros animales como son la
distribución batimétrica de las puestas o la primera alimentación de las
paralarvas son profundamente desconocidos. Uno de los principales retos a
superar es el cultivo de las paralarvas en condiciones experimentales (Figura
9), objetivo no alcanzado todavía por ningún grupo de investigación.
Probablemente, el principal escollo a superar es la obtención de una dieta
adecuada para su primera alimentación. Una vez este objetivo haya sido
alcanzado, se podrían abrir las puertas al cultivo experimental de estos
cefalópodos y descubrir aspectos tan fundamentales como de qué se alimentan o
cómo evoluciona su comportamiento a lo largo del desarrollo.
La mayoría
de las especies de cefalópodos sobre las que se han realizado estudios sobre
las primeras fases de su desarrollo tienen valor comercial. La ampliación de
este tipo de estudios a otras especies de calamares pelágicos o habitantes de
aguas profundas puede ofrecer nuevas perspectivas sobre la dinámica de estos
sistemas marinos tan poco conocidos en la actualidad.
Bibliografía
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AGRADECIMIENTOS
Nos gustaría expresar nuestro
agradecimiento a la tripulación de los barcos pesqueros de las lonjas de
Barcelona, Vilanova i la Geltrú y Tarragona por su inestimable ayuda en la
recolección de cefalópodos. Agradecemos a Marc Gasser (ICM) por las fotografías
del pulpo blanco, así como su encomiable ayuda con las técnicas de fotografía.
Fernando
Ángel Fernández-Álvarez recibe un Contrato Predoctoral para la Formación de
Doctores del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO). La investigación
está financiada por el MINECO bajo los proyectos CALOCEAN-1 (AGL2009-11546) y
CALOCEAN-2 (AGL2012-39077).
1 comentario:
Vamos que yo quería saber que es más importante para la supervivencia de la especie pescar los Chipi rones de 8 cm o los calamares en invierno en su desove en la pesca deportiva con polera pero ya veo que no hay estudios suficientes para saberlo
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