Por Alejandra Quiroga
En una sociedad en la que la edad media de la población aumenta constantemente una de las principales fuentes de preocupación, tanto a nivel personal como público, son las enfermedades asociadas a la tercera edad, entre las cuales se encuentran las demencias. Este término se utiliza para englobar aquellas enfermedades neurodegenerativas crónicas caracterizadas por la muerte de neuronas (las células encargadas de procesar la información en el cerebro) y que provocan la pérdida de habilidades intelectuales, de memoria y de la capacidad de realizar actividades cotidianas, según la definición ofrecida por la Organización Mundial de la Salud (1). Según los últimos informes oficiales se calcula que alrededor de 48 millones de personas en el mundo padecen una demencia. Entre ellas, aproximadamente el 60% han sido diagnosticadas con Enfermedad de Alzheimer (2). Este aumento en el número de personas diagnosticadas con demencias supone un gran coste, tanto emocional como en el aspecto económico para las familias y, en último término, para los servicios de salud de los estados. Por ello, el interés por el estudio y la búsqueda de terapias para estos trastornos está aumentando.
Alois Alzheimer Fuente: The National Library of Medicine (NLM) | ||
La Enfermedad de Alzheimer afecta sobre todo a personas de edad avanzada y se manifiesta inicialmente en forma de pérdidas de memoria, aunque de forma gradual los pacientes irán perdiendo otras capacidades y funciones hasta quedar totalmente incapacitados. La principal causa de la enfermedad es la acumulación paulatina de proteínas “tóxicas” en el principal tipo de células en el cerebro: las neuronas. Estos agregados, conocidos como placas de βAmiloide, terminan matando a las neuronas y provocando entonces el deterioro funcional del cerebro.
Formación de placas de Amiloide en la Enfermedad de Alzheimer Fuente: DEAR: "Alzheimer´s Disease Eduaction and Referral Center, a service of the National Institute of aging" |
Durante los últimos años multitud de grupos de investigación en centros académicos y en la industria farmacéutica en todo el mundo han intentado aproximarse al estudio de esta enfermedad desde dos perspectivas fundamentales: el desarrollo de técnicas que permitan diagnosticar la enfermedad antes de que el deterioro funcional esté muy avanzado, y la generación de fármacos o terapias que permitan detener la progresión de la enfermedad o, por lo menos, ralentizarla.
En los últimos meses los medios de comunicación se han hecho eco de la paralización de diferentes ensayos clínicos que se estaban realizando con nuevos medicamentos para tratar la Enfermedad de Alzheimer. El pasado mes de noviembre la farmacéutica Eli Lilly anunció la paralización temprana del ensayo clínico en fase III del compuesto conocido como solanezumab. Este fármaco actuaba sobre las placas de βAmiloide ya formadas y las destruía (3). Sin embargo, el tratamiento de pacientes en estados intermedios y avanzados de la enfermedad no ha demostrado mejorar las habilidades cognitivas de los pacientes ni ralentizar la pérdida de las funciones cerebrales. Es posible que esto sea debido a que el deterioro funcional en el cerebro de estos pacientes estuviera demasiado avanzado en el momento de la administración del fármaco y, por tanto, fuera irreversible.
Sin embargo, aunque la paralización de este estudio es obviamente una mala noticia, ello no tiene que implicar la perdida de esperanza en el desarrollo de nuevas estrategias de tratamiento. Sin ir más lejos, esta misma compañía tiene en marcha actualmente otro ensayo clínico, que será más largo que el anterior. Este estudio se está realizando con enfermos en estadios más tempranos del desarrollo de la enfermedad, en los que resulta más probable que el bloqueo de la acumulación de βAmiloide tenga efectos beneficiosos, puesto que todavía existirá una mayor proporción de neuronas en buen estado de salud.
Además de este ensayo, actualmente existen otras muchas aproximaciones al tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer que tienen como diana las distintas fases del proceso neurodegenerativo. Así, muchas de las terapias en estudio actualmente se basan en evitar, en primera instancia, la acumulación de estas proteínas, bien sea utilizando anticuerpos (proteínas artificiales generadas en el laboratorio) que se unan al βAmiloide e impidan su acumulación (Biogen, 4), o bloqueando los pasos intermedios de la producción de βAmiloide (Merk, 5; Eli Lilly/Astra Zeneca, 6).
Por otro lado, existen otras aproximaciones que se basan en la modulación de la actividad de los diferentes tipos de células que se encuentran en el cerebro, y que pueden llegar a facilitar la muerte neuronal. Este es el caso, por ejemplo, de las células de microglía, encargadas de actuar contra sustancias dañinas “comiéndoselas”, pero que cuando se encuentran activas durante demasiado tiempo pueden provocar la muerte neuronal. Actualmente, existen compuestos que impiden la rápida división y acumulación de estas células en las regiones cercanas a las placas de βAmiloide. Esto podría tener como consecuencia una disminución de la inflamación en el cerebro y, por tanto, permitir la recuperación de algunas funciones cognitivas (7).
En conclusión, a pesar de los fracasos recientes en algunos ensayos clínicos de medicamentos para tratar la Enfermedad de Alzheimer, todavía hay en marcha muchos estudios que, mediante aproximaciones a distintos procesos y fases en el desarrollo de la enfermedad, pueden resultar exitosos. No obstante, es importante recordar que todos estos estudios requieren de mucha inversión, tiempo de investigación y de la participación de numerosas personas en todas las fases del desarrollo de las terapias. Resulta por tanto fundamental que se produzca un incremento en los recursos destinados a la investigación en enfermedades neurodegenerativas similar al que se ha llevado a cabo en los últimos veinte años en la investigación sobre el cáncer. Afortunadamente, ya existen iniciativas de este tipo, como es el caso de la creación del Drug Discovery Institute-Alzheimer Research UK (8) en el Reino Unido, que pueden servir como inspiración para otros muchos países.
REFERENCIAS
- Doody et al., 2014
- Sevigny et al., 2016
- Kennedy et al., 2016
- Abbot and Dolgin., 2016
- Dagher et al., 2015
- http://www.alzheimersresearchuk.org
1 comentario:
Sin duda los ensayos clinicos todavia son muy importantes para tratar esta y otras enfermedades y seguro daran buenos frutos en el futuro.
Un saludo desde https://bescienced.com/
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